domingo, 17 de agosto de 2008

Comamos sushi con Catriel y el Dalai Lama...

¿No están un poquito podridos  de los tipos que se emocionan con los nombres araucanos  o mapuches?

Sí los indios nos hubieran matado a todos, seguramante querrían llamarse Carlitos. 

¡Déjense de joder!

Claro,  lo indígena es tan "New Age"...

miércoles, 25 de junio de 2008

Sobre militares de la Campaña

En los últimos años, los militares que realizaron la Campaña del desierto y le entregaron a la Patria miles de kilómetros cuadrados para su expansión, enajenándoselas a los indios por la fuerza viril de las armas y la guapeza e hicieron así efectivo el derecho de Soberanía sobre esas tierras, son vistos por algunas personas como un conjunto de carniceros, empleados de alguna oscura corporación extranjera con apetencias sobre nuestros territorios, como rastreros siervos de la oligarquía terrateniente, o como infames milicos, émulos retrospectivos de Videla y Camps. Estas fantasías son resultado de ideologías tendenciosas, cuyos apologistas leyeron mal a los revisionistas, quienes tomaban de los documentos históricos fragmentos inconexos y parciales que ratificasen con la letra escrita sus opiniones del día.
Este tipo de tendencia en la investigación histórica es la que prevalece desde los años 70, difundidas por historiadores "mediáticos" y que, al estilo del viejo Suetonio, se especializan en chismes y en averiguaciones sobre sí tal o cual prócer era homosexual o tenía sangre india: en el caso de que así fuera, lo que no constituye, bajo ningún concepto, clase alguna de mácula, no sé por que razón parecería que los llena de gozo.
De esta clase de material y albañiles se nutren los librescos hijos de Sayhueque y del Che Guevara.

domingo, 22 de junio de 2008

Evocando a los héroes de la Campaña

Napoleón Uriburu, Nicolás Levalle, Conrado Villegas, Eduardo Racedo, Lorenzo Vintter, Ignacio Fotteringham y otros jefes y oficiales de la Campaña del Desierto, evocan, para mí, una imagen como de una patria en albores; y, porqué no, de toda la Argentina de la Gran Expansión, que estaba a punto de despertar de su gran sueño, hacia su Gran Sueño: la realidad de una República pujante y avasalladora. Esas galopadas por los campos de gramilla perfumada, con el tibio sol otoñal levantándoles el rocío allí adelante, por la rastrillada pampa, hasta las orillas del Río Negro, donde la helada y gloriosa mañana del 25 de Mayo de 1879, el Ejercito Argentino le regalaba a la Patria miles y miles de kilómetros cuadrados de tierras, que escondían enormes riquezas en barbecho y alimentaban las más fervorosas esperanzas para el futuro.

viernes, 20 de junio de 2008

Donación de tierras a los veteranos de la Campaña

Terminada la Campaña del Desierto, realizada durante la presidencia de Avellaneda, operación que fue planeada y comandada por su Ministro de Guerra, General Julio Argentino Roca, los jefes, oficiales y tropa de la victoriosa expedición fueron recompensados con cierta cantidad de leguas de tierra en los territorios recuperados para la Patria, libres ya de salvajes y listas para ser roturadas con el arado y limitadas por el alambrado civilizador. Considero dicha cesión como una iniciativa de alto vuelo y escasa proyección, considerando la poca cantidad de soldados-colonos que pudieron ocupar aquellas tierras, y que se hubieran constituido, al estilo romano, en centinelas avanzados y garantías de la soberanía de la República en esas vastas soledades que aguardaban, silenciosas y preñadas de riquezas, a los millones de laboriosos inmigrantes que vendrían en los próximos años.
Cómo otras tantas expectativas, también ésta, en cierto sentido, quedó frustrada. Quizás faltó apoyo del Estado a su propia iniciativa, lo cierto es que ésas tierras fiscales fueron acaparadas por algunas personas y sociedades privadas, convirtiéndose en enormes latifundios; los veteranos sin nombre de la Campaña no poseyeron los medios, o las ganas, de allegarse hasta lugares tan lejanos para cultivar las tierras sin ningún apoyo oficial, y terminaron vendiendo sus parcelas.
De ninguna manera debe renegarse de la iniciativa privada, que fundó, en esos territorios desiertos, prósperos establecimientos agrícolas y ganaderos, como la estancia “La Larga”, en el Partido de Guaminí, que perteneciera al general Roca y que recibiera en recompensa por sus servicios a la Patria, después de que terminara su primera presidencia (1880-1884)
En los Estados Unidos se dio un caso de similares características, pero de muy distinto resultado. Cuando fue promulgada la llamada “Ley de Arrendamiento de Tierras”, durante la primera presidencia de Abraham Lincoln (1861-1865), fueron muchísimos los que abrieron el camino hacia el Oeste. La Nación Norteamericana reunificada después de la Guerra de Secesión, emprendió la conquista de su hinterland con los servicios de la casa Remington y los brazos fuertes de millones de sus campesinos; la Ley de Arrendamiento establecía que a cada colono le fueran concedidos 40 acres de tierra, un par de mulas y herramientas de labranzan, con el solo compromiso de cultivarlas durante 5 años. Así se poblaron estas comarcas con industriosos inmigrantes europeos, dando origen a una clase de campesinos-propietarios que con el correr de los años, conformaron la base de la fortaleza y los recursos inagotables de los Estados Unidos.
Es de lamentar el contraste entre los resultados de una y otra iniciativa; pero es algo a lo que estamos acostumbrados en esta República de las Cosas que Pudieron Haber Sido.

sábado, 31 de mayo de 2008

¿Leyenda Negra?

¡Gloria a los capitanes de Castilla y de México!
Sí la leyenda Negra no existe...
Dos civilizaciones poderosas se enfrentaron; una sojuzgó a la otra.
Poca tela quedaría a los "indigenistas" si Cortés hubiera muerto en la Noche Triste...