En los últimos años, los militares que realizaron la Campaña del desierto y le entregaron a la Patria miles de kilómetros cuadrados para su expansión, enajenándoselas a los indios por la fuerza viril de las armas y la guapeza e hicieron así efectivo el derecho de Soberanía sobre esas tierras, son vistos por algunas personas como un conjunto de carniceros, empleados de alguna oscura corporación extranjera con apetencias sobre nuestros territorios, como rastreros siervos de la oligarquía terrateniente, o como infames milicos, émulos retrospectivos de Videla y Camps. Estas fantasías son resultado de ideologías tendenciosas, cuyos apologistas leyeron mal a los revisionistas, quienes tomaban de los documentos históricos fragmentos inconexos y parciales que ratificasen con la letra escrita sus opiniones del día.
Este tipo de tendencia en la investigación histórica es la que prevalece desde los años 70, difundidas por historiadores "mediáticos" y que, al estilo del viejo Suetonio, se especializan en chismes y en averiguaciones sobre sí tal o cual prócer era homosexual o tenía sangre india: en el caso de que así fuera, lo que no constituye, bajo ningún concepto, clase alguna de mácula, no sé por que razón parecería que los llena de gozo.
De esta clase de material y albañiles se nutren los librescos hijos de Sayhueque y del Che Guevara.
miércoles, 25 de junio de 2008
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